sábado, 18 de enero de 2025

Regaños o lecciones de mi padre

“Cómo dolían los regaños de mi padre, esas palabras duras que a veces se sentían más pesadas que cualquier jornada en el campo. Pero mírame ahora: soy una persona de bien, con valores firmes y una fortaleza que no se aprende en los libros. Sé que mucha gente no está de acuerdo con la educación de antes, y lo respeto, porque cada quien cría a sus hijos como mejor lo entiende.

Sin embargo, en mi caso, esos regaños no eran solo palabras; eran lecciones disfrazadas de dureza. Mi padre no me hablaba para lastimarme, lo hacía para prepararme, para enseñarme que la vida no siempre es justa, pero uno debe enfrentarla con la frente en alto y sin miedo al trabajo duro.

Hoy agradezco cada palabra, cada mirada seria, porque detrás de ellas estaba el amor de un hombre que sabía que, aunque me doliera, me estaba moldeando para ser más fuerte que las adversidades. Gracias, papá, porque en tu manera de amar me enseñaste a nunca rendirme.”

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