Ariana iba en su auto cuando el agua lo empujó sin control.
Intentó salir. Gritó. Pero la corriente fue más rápida.
La arrastró más de 30 kilómetros.
Pasó por cuatro presas. Golpeó ramas, piedras, estructuras.
Hasta que logró aferrarse a un árbol, un ciprés solitario, en medio del agua.
Ahí pasó cuatro horas sin moverse, sin soltarse, con el cuerpo casi entumido.
Un vecino escuchó sus gritos. Llamó a emergencias.
Cuando los rescatistas llegaron, Ariana estaba aferrada aún a la rama.
Temblaba. Estaba deshidratada. Sin ropa. Pero viva.
Hay momentos en los que ya no tienes nada a qué aferrarte…
solo a Dios.
Y a veces, Él te manda un árbol.
Una oportunidad.
Un milagro.
Ariana es testimonio de que, incluso en medio del caos,
Dios siempre tiene un plan.
Y cuando crees que no puedes más…
Él manda ayuda. A veces, desde lo alto. A veces, desde la orilla.
Si tú también crees que Dios estuvo con Ariana todo el tiempo y nunca la dejó sola…
Ayúdame a que esta historia de fe y supervivencia llegue a todos.
Porque en medio de cualquier tormenta, Él siempre encuentra la forma de rescatarnos.
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