En la vida con sus vaivenes, enfermedades y dificultades, aprender a aceptar y valorar los consejos de los demás es una habilidad que me ayuda a crecer.
Dejarme aconsejar me ayuda a reconocer y corregir mis defectos, permite superar errores y limitaciones que obstaculizan mi desarrollo.
Cuando acepto consejos me transformo, al recibir consejos de personas con más experiencia o diferentes perspectivas me ayudan a evaluarme, identificar mis defectos y ver cómo puedo mejorar.
La crítica constructiva me proporciona la oportunidad valiosa para reflexionar sobre mis acciones y comportamientos, me conduce a reconocer los errores en la manera que estoy actuando.
Cada consejo que recibo, me ayuda a aprender de las experiencias ajenas, a evitar errores y a implementar soluciones efectivas.
Es un aprendizaje continuo que me da consejos y expone a diferentes puntos de vista, me permite considerar alternativas que quizás no habría contemplado y me lleva a la resolución de problemas.
Dejarme aconsejar fortalece mis relaciones, al mostrar apertura, comunico una disposición a aprender y crecer. Esto genera confianza y respeto en las interacciones con los demás.
La vida está llena de altibajos, y si tengo una mente abierta me facilita adaptarme en tiempos difíciles.
Con consejos veo mis problemas, aprendo a reorientar mis acciones y estrategias, convirtiéndolo la oportunidad en crecimiento.
Si me dejo aconsejar, me hace ser humilde y sabio, me conduce a reconocer que no tengo todas las respuestas y tengo mucho que aprender.
Es más, si busco en la oración, en la Palabra y en la dirección espiritual, Dios trabajará a través de ellos para guiarme en mi camino.
Si recibo consejo, promuevo en mí la sabiduría, la humildad, fortalece la confianza
y Dios me bendice.
Como dice el Proverbio: “Escucha el consejo y acepta la corrección, para que seas sabio el resto de tus días. Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo del Señor permanecerá“. (Prov 19,20-21).
Querido Dios, te agradezco por el don de la vida y por cada día que me regalas.
Reconozco que, en mi caminar, a menudo me enfrento a decisiones y desafíos que requieren sabiduría y claridad.
Ayúdame a ser humilde y receptivo ante los consejos que me brindan. Permíteme ver la corrección y la instrucción como una forma de tu amor, y que pueda aprender de cada experiencia que me ofreces a través de los demás.
Dame la gracia para no solo escuchar y aplicar lo que aprendo en mi vida diaria. Quiero ser una persona que busca tu voluntad y refleja tu amor en mis acciones.
Fortalece mi corazón y mi mente para que actúe con generosidad y compasión, siempre dispuesto a amar, a servir y a aprender.
Te agradezco, Dios, por las personas que has puesto en mi vida, y por los consejos que me han brindado. Que mi respuesta siempre sea la de un corazón agradecido y abierto.
Lee, medita, ora y comparte
P. Óscar
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