miércoles, 2 de octubre de 2024

Respetar a los otros

Respetar es poner atención al otro, es considerar su singularidad en toda su extensión.

Respetar es también ponerme atención a mí mismo, es considerar mi forma de ser, mi voz interior, mis convicciones, mi autonomía, mi intimidad, mi fe. 

El respeto, es el primer paso para las buenas relaciones, para la convivencia, para un ambiente estable y tranquilo.

Lo que más perjudica las relaciones interpersonales, es la falta de respeto. Esta actitud requiere de la firme decisión de practicarla. 

El respeto no se puede quedar en mera teoría, es dar el paso a la acción. Tiene que convertirse en una actitud sincera y en práctica real que me impulse a la tolerancia y a la convivencia fraterna. 

Respeto, significa, tomar en serio el pensa­miento del otro: discutir, debatir con él sin agredirlo, sin violentarlo, sin ofenderlo, sin intimidarlo, sin desacreditar su punto de vista, sin aprovechar los errores que cometa o los malos ejemplos que presente, tratando de saber qué grado de verdad tiene. 

Pero al mismo es aceptar mi pensamiento propio, mis valores y convicciones. Firme en la fe, la esperanza y la
caridad. 

El respeto también implica reconocer que el otro piensa, que es un pensador, que tiene sus propias ideas y formas de ver las cosas y por tanto debe ser escuchado con atención.

Respeto cuando escucho al otro con atención, cuando hablo con las palabras adecuadas sin ofender, cuando busco resolver las dificultades por medio del diálogo, cuando no impongo mi parecer, sino que le permito al otro, expresar el suyo.

Muy a menudo creo que discutir no es respeto, muy por el contrario, el verdadero respeto exige que mi punto de vista sea equivocado total o parcialmente, sea puesto en relación con el punto de vista del otro a través de la discusión. 

Respeto cuando me pongo en el lugar del otro, para no lanzar falsas interpretaciones.

Respeto cuando me abstengo de agredir teniendo en cuenta que no tengo enemigos, que a pesar de que los humanos nos enredamos en nuestras relaciones, somos buenos, tenemos sentimientos generosos y nobles.

Respeto cuando me nutro de las diferencias, permitiendo ver y compartir otros modos de ver la vida. Es tener un sano pensamiento abierto. 

Respeto cuando llego hasta los demás sin atropellarlos, sin coaccionarlos, sin pasar de las puertas de sus vidas, hasta cuando cuente con su autorización.

Respeto cuando llego de puntillas al corazón de los demás, sin asustarles; cuando decido hacerle la vida posible a mis semejantes.

Y para respetar he de orar, discernir y amar a mi prójimo siempre. 

Lee, medita y comparte. 

P. Óscar

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